sábado, 19 de marzo de 2011

Cápsulas de Tiempo

10:18 horas – Cafetería.

Entre el ruido de platos, vasos y conversaciones ajenas el diálogo de la pareja da un giro cuando ella comenta:

-El tiempo se debería poder comprar.
-¿…?- él desvió la atención del pan integral embadurnado en aceite de oliva para escuchar con todos los sentidos.
-Deberían vender cápsulas de tiempo y así poder tener más.
-Bueno, uno cuando trabaja cambia su tiempo por dinero, así que si no trabajas, el dinero que “no ganas” lo estás dando a cambio del tiempo del que dispones. Así que se puede decir que ya existe ese sistema.
Las palabras quedaron suspendidas un momento en el aire.
-Aunque seguramente nosotros no tendríamos dinero suficiente para comprarlas- concluyó él.


Desde siempre he tenido mucho aprecio al tiempo. En el fondo es una de las pocas cosas que realmente tenemos, que poseemos. En mis años mozos, cuando uno no tiene obligaciones económicas y el poco dinero que se consigue es para ocio, tenía una frase bastante recurrente: mi tiempo cuesta más de lo que cualquier sueldo puede pagar.

-¿Por qué no te buscas algo más?- refiriéndose a otro trabajo.
-¿Más trabajo, para qué?
-Para tener más de los 40 euros a la semana que ganas ahora mismo.
-Ya trabajo los domingos y tampoco me hace falta más dinero, gasto poco. Mi tiempo cuesta más de lo que cualquier sueldo puede pagar.

No significa eso que no trabajara, pero sin una necesidad real, por gusto, no estaba (ni estoy) dispuesto a derrochar mi tiempo. Pero en general, en esta sociedad, se aprecia bastante más el dinero que el tiempo.

En definitiva, con más o menos obligaciones económicas, la vida es un constante conflicto e intercambio de tiempo-dinero, donde encontrar el equilibrio creo que es la clave de la felicidad. Una suerte de operación matemática donde la felicidad es directamente proporcional a la cantidad de tiempo sobre la que se tiene el control e inversa a las necesidades económicas que tenemos que cubrir sacrificando nuestro tiempo.



Por último, por si alguien piensa que sobrevaloro el tiempo, ahí va una reflexión final:

El dinero va y viene, el tiempo se va para no volver.

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