¡SPOILER! A lo largo de esta entrada hablaré, evidentemente,
sobre V de Vendetta, la novela
gráfica de Alan Moore posteriormente adaptado a la gran pantalla por l@s magnífic@s
Wachowsky
brother and sister como guionistas. Al igual que en
las dos anteriores entregas de esta trilogía no sólo habrán spoilers sobre la
historia, si no que sin conocerla, esta entrada tendrá menos sentido aún del
que ya tiene. Por supuesto, si no has leído el cómic o visto la película no
sólo tendrás algo pendiente que hacer en la vida, si no que este es el momento
adecuado para hacerlo.
Si La
Trilogía del Mundo va sobre que la sociedad está hecha una mierda y los
justicieros del noveno arte, es lógico que la última entrega esté dedicada a
una de las mejores distopías que he conocido: V de Vendetta.
La principal
diferencia entre el cómic y la película radica en la complejidad de la
historia, mientras que la película se centra en los personajes de V (Hugo Weaving) y Evey (Natalie Portman) en la
obra original de Moore el resto de personajes tienen papeles más importantes,
profundizándose más en la ambientación, en el cómo y por qué se ha llegado al
momento concreto de la historia, etc.
En un futuro
Inglaterra se encuentra bajo la opresión de un sistema totalitarista. V, un
terrorista que oculta su rostro bajo una máscara de Guy Fawkes, se propone
liberar al país al tiempo que lleva a cabo la venganza contra aquellos que le
convirtieron en lo que es ahora.
Me viene a la
cabeza cuando en el colegio leías un texto y había que decir el tema y el
resumen. El párrafo anterior sería un muy breve resumen de la historia, pero si
tuviera que elegir cual es la idea clave, cual es el tema, elijo una frase que
dice V en la película y que no recuerdo que apareciera en el cómic:
“La violencia puede emplearse para el bien.”
Esa no sólo
es la esencia de V de Vendetta, si no
que lo es prácticamente de todo lo producido en el género de los superhéroes.
Hacer justicia a base de palos. Por mucho que el profesor Charles Xavier
mantenga un discurso pacifista los X-Men siempre están dándose de ostias con
quien toque. Esta contradicción siempre me ha llamado la atención, y en
personajes más serios (Batman y Superman) la profundidad moral que pueden
alcanzar las historias es sorprendente. Pero una de las claves de los cómics de
superhéroes es que estos nunca se enfrentan a los malvados de la vida real, a
los opresores de los débiles. En los cómics siempre hay supervillanos, ya sean
alienígenas, mutantes, demonios o megapsicópatas con habilidades que más bien
son superpoderes; siempre hay algo más grave que los políticos corruptos, las
multinacionales explotadoras o los gobiernos opresores. Como mucho, se
enfrentan a alguna organización criminal mafiosa, pero al sistema ni tocarlo
(en todo caso si alguien lo toca son los villanos). Y eso es lo mejor de V de Vendetta, que los malos son demasiado
parecidos a los que encontramos en la vida real, sobretodo en los tiempos que
corren.
Por otro
lado, una forma de legitimar el uso de la violencia por parte de los
superhéroes es que esta se presenta como única defensa contra el mal, dado que
el mal no presta a razones. Aunque Batman se siente a dialogar con el Joker,
este va a acabar intentando matar a alguien y la única manera de detenerlo será
a base de palos. Este es el mismo arma que utiliza el gobierno para justificar
los actos violentos por parte de la fuerzas de seguridad, porque el que pega
primero es el violento, el que responde “sólo” es una víctima que se defiende.
Pero la violencia no es golpear, no es tirar una piedra o una botella. La
violencia es algo mucho más complejo.
Vas a perder
tu trabajo.
Vas a pasar
hambre.
Vas a acabar
en la calle.
Vas a ir a la
cárcel.
Vas a morir.
La limitación
de nuestras propias decisiones basada el miedo es la forma de violencia más
extendida en el mundo, porque el miedo es el motor de las masas. Por ello, hasta
que no se llega al extremo en que no se tiene miedo a estas amenazas, no se actúa.
Nota: Sé que debería
haber escrito esta entrada el 5 de noviembre, pero no ha sido así, punto
negativo.
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